Ya lo compartí
Adios Provi querida
Providencia es la comuna donde nací,
según mi carnet,
según mi mamá,
según mi album de fotos del 29/11/90.
Pero no solo nací yo, nació también el Feli el 29/10/89
En aquella Clínica que solo quedó en el recuerdo.
Sara Moncada para los que (quizás) se lo preguntan.
Providencia no es la comuna en la que me criaron.
Me crié en Las Condes en la Mansión Siniestra.
Pero siento que esa crianza también tuvo lo suyo de otras comunas,
como Renca y Macul, donde vivían mis abuelos maternos y paternos,
en La Florida donde mi tía Miriam
y en Peñalolen donde vivió un tiempo la Calu.
Providencia entonces, no es donde me criaron,
pero si es la comuna donde decidí estudiar,
donde trabajé (varias veces),
y donde he vivido los últimos 15 meses.
Providencia entonces, es la comuna donde yo misma me crié, en el mundo de los adultos.
Pasado mañana dejo esta comuna,
Difícil no interpretarlo como un [otro] cierre de ciclo.
Eso si, siento que me voy en paz.
Resuelta, con un parner al lado y con miras a una nuevos proyectos.
Agradecida de estas calles, de estos barrios y de la gente que conocí.
Agradecida de mi independencia, de sanar heridas feas, de soñar como será mi vida.
Así que adios Provi querida,
No tengo dudas que nos volveremos a ver.
Reflexiones de padres separados
Quienes tienen a sus padres separados quizás compartan conmigo la siguiente reflexión: aquellos momentos en que el espacio y el tiempo coinciden y los juntan en un mismo lugar son absolutamente fascinantes. Y al decir fascinantes no me refiero a que hayan sido magníficos, sino que me refiero a un momento extraordinario, fuera de lo común, que por sus características marca una diferencia -ya sea positiva o negativa- en el diario vivir.
Volví: Llegando a los 30
En este 2020 loco, sorpresivo y a ratos de película me toma una reflexión constante: Este año cumplo 30. Y si bien muchos dicen que no pasa nada, para mi es un hito. Significa que mi mente hace inconscientemente un proceso de análisis y reflexión ¿Qué he hecho estos últimos 10 años? ¿Estoy cerca de donde quería estar? ¿Dónde es eso? ¿Cuáles decisiones me marcaron para siempre? ¿Qué desaciertos y aciertos protagonicé?
Pero por ahora no voy a aburrir a nadie con esas reflexiones. Probablemente no salgan nunca de mi cuaderno de terapia.
Porque sí, algo que si hice en esta última década es terapiarme. En dos ocasiones, pero solo una que puedo catalogar como "exitosa". De esa experiencia rescaté un viejo hábito: escribir. Algo me pasa con esto. Es como si pudiera ordenar los pensamientos sin mucho esfuerzo y de pronto el resultado es revelador. Ahí están mis emociones, las cuales tanto luché por esconder.
Hace poco (literal 15 minutos) en un episodio de "bajón", me fui a eso, a escribir, a ordenar mi cabeza, analizar qué es lo que realmente me tenía deprimida y ese corto ejercicio fue tan tranquilizador que agradecí poder escribir. Y recordé que en otra época de mi vida, estaba de moda escribir, así que la mayoría lo hacía. Mis amigos y yo teníamos espacios en el mundo virtual donde nos conocíamos, más allá de las horas que compartíamos en la sala de clases.
Así que hoy, llegando a mis 30 regreso a este lugar, a este espacio seguro. Pienso seguro porque claro está que no lo compartiré con muchas personas. Así que si lo estas leyendo es porque realmente en estos últimos 10 años te has convertido en alguien imprescindible en mi vida, con la que quiero seguir contando por los próximos 10, y que espero sepa, también estaré ahí para él o ella. Fantaseo con la idea que todos y todas volvamos a escribir con aquella dedicación del 2007. Cuanto potencial y cuánto nos pudimos conocer a través de las palabras.
El mundo virtual no olvida -para bien en este caso- así que puedo usar mi mismo blog que usé a los 17, donde muchas cosas eran distintas, pero muchas cosas son iguales. Por ejemplo, el Feli sigue a mi lado y ahora me acaba de dejar unos ricos dumplings vegetarianos que me compró al almuerzo para animarme porque vio que estaba deprimida.
En honor a lo anterior dejaré la misma interfaz, para recordar las cosas buenas y alegres de la Mariela a los 17. Evidentemente saqué algunas fotos porque NADIE quiere ver a Voldemort a estas alturas. Son heridas cicatrizadas pero no por eso las queremos enmarcar. Sobre todo cuando se trata de un nuevo proceso. Quedémonos con sólo lo bueno del pasado. Como lo esencial de lentejuelasplateadas.blogspot.com.