De la Cordillera y de su mismidez

El invierno y la cordillera me hicieron regresar a este espacio, al que volví el año pasado en busca de desahogo y autoconocimiento. 

Me resulta curioso ese efecto que tiene la Cordillera en invierno sobre mí. Algo se moviliza en mi interior al verla tan majestuosa, cubierta de nieve, con el cielo despejado luego de la lluvia. Lluvia que por cierto cada vez es más esquiva con esta ciudad, acostumbrada a la nube de smog gris permanente y contaminante.  

Al verla hoy domingo en la mañana mientras me tomaba mi agüita con limón, sentí deseos de escribir y recordé que por allá el 2007, cuando los blogs estaban de moda, subí una entrada completamente dedicada a la cordillera. No recuerdo que decía, y en un intento desesperado por borrar rastros vergonzosos de la juventud, borré todas las entradas de este blog, por lo que es imposible dar con ella ahora. Pero conociéndome y en base a esta emoción que estoy viviendo ahora, intuyo que tenía relación con esa sensación de plenitud que conlleva contemplar la naturaleza. 

Para mi sorpresa, porque realmente no se como sucedió, mi profesora de matemáticas dio con mi blog, leyó la entrada, y al otro día en el colegio me dijo algo así como "muy bonito lo que escribió de la cordillera". Quedé helada, como la misma nieve que cubre mi musa. ¿Cómo era posible que mi blog hubiera traspasado el círculo de confianza de mis amigos y compañeros de curso? ¿Cómo si solo estaba el link en mi fotolog (al cual en mi mente solo ingresaban mis pares)? Ahí descubrí que algunos profesores de vez en cuando navegan los ríos y lagos de la internet y terminan descubriendo aspectos de sus alumnos que no tienen como saber dentro de la sala de clase. También fue la primera vez que sentí validación a mi modo de expresarme y a los temas que eran de mi interés. No miento, que si bien quedé espantada por aquella intromisión a mi privacidad, también quedé fascinada de que mi rango de lectores se ampliara a otras edades.

Siempre he fantaseado con escribir un libro. No se de qué específicamente de qué, pero si se que no sería de derecho, ni de algo muy dogmático o teórico. Quedé traumada con la tesis, por lo que pensar en escribir hasta en paper es algo que me genera un tremendo rechazo estomacal. Me gustaría escribir (creo) sobre cosas simples, cosas que normalmente pasamos por alto. Algo livianito, como el tipo de serie que disfruto en Netflix o las novelas que me atrapan. 

Ahora estoy leyendo "Mi país inventado de Isabel Allende". Lo leí por allá el 2007 también, cuando me dio una Isabelatitis y leí todos los libros que mi mamá -fan de Isabel- tenía en la casa. 

No supe comprenderlo por lo que verdaderamente era, un libro de una mujer que tuvo que escapar de la dictadura a sus veintitantos y que en ese entonces (2003) recreaba su patria a partir de recuerdos y un notorio sentimiento de nostalgia (por eso el titulo del libro, perdón el spoiler). Por el contrario, y obviamente sin saber la historia completa de la autora, me tomé la patudez de criticarla y catalogarlo como aburrido. Que bueno que uno puede estar en desacuerdo con uno misma, porque la misma, nunca es la misma, siempre se transforma en otra, aunque conserve ciertos rasgos de esa mismidez. 

Ahora, esta otra ha disfrutado el libro. Sobre todo porque permite hacer una comparación del Chile de los años 60 y 70, versus el año del lanzamiento del libro, versus el año que vivimos.  

Al igual que le pasa a las personas, este Chile aún conserva muchos aspectos de su mismidez, pero en cambio en otros aspectos ha cambiado, para mejor, y menos mal. Como por ejemplo, Isabel mencionaba que en ese entonces (hace 18 años) a las mujeres les bastaba con pasar frente a una construcción para subir el ánimo por la poca atención generada en el sexo opuesto. Y que incluso se hacían concursos de piropos, para seleccionar a los más divertidos, originales y picarones. 

Hoy ese fenómeno tiene denominación: "Acoso callejero" y es altamente criticable. Me alegro, porque a mis 17 años, me generaba intimidación caminar con mi falda en verano frente a las construcciones de edificios por la calle Noruega de ida al colegio. El mismo temor que sienten actualmente las chiquillas de 17, aunque con el auge del movimiento feminista, ahora esos onvres probablemente la piensan dos veces antes de tirar su comentario referente a las cualidades físicas de las "lolas". 

En fin, al igual que Chile, muchas cosas han cambiado en mi. Pero dentro de la mismidez de ambos, continua esa relación de admiración que le tengo a la Cordillera nevada en invierno. Agradezco que nuestro departamento, tenga esta vista "privilegiada" como le dice mi papá. Y es verdad, en plena Rotonda Quilín y colindando con un colegio municipal, no tenemos nada que nos tape la vista, salvo la malla que nosotros mismos instalamos para que la Diana no caiga del 5° piso en un intento de explorar el mundo exterior. De todas maneras, la malla no le hace ni cosquillas al paisaje y así afortunadamente, puedo contemplar la cordillera desde la comodidad de mi living y escribir esta oda 2.0. 14 años después de la primera. 

Quizás la señora Gabriela Tapia la vuelva a leer, quien sabe.